miércoles, 30 de septiembre de 2009

De Eduardo Galeano en La Jornada, 30 de septiembre de 2009

P

ara expresar mi gratitud a esta alegría inmensa que me han regalado no encuentro mejor manera que contar tres historias. No son inventadas por mí, sino que son por mí vividas.

La primera es sobre mi aprendizaje. Yo no tuve la suerte de conocer a Sherezade. No aprendí el arte de narrar en los palacios de Bagdad. Mis universidades fueron los viejos cafés de Montevideo. Los cuentacuentos anónimos me enseñaron. En la poca enseñanza formal que tuve –porque no pasé de primero de Liceo– fui un pésimo estudiante de historia. Y en los cafés descubrí que el pasado era presente. Y que la memoria podía ser contada de tal manera que dejara de ser eterna para convertirse en ahora.

No recuerdo la cara ni el nombre de mi primer profesor. Pero él contó una historia de 1904 –por la edad se veía que él no había nacido en aquel entonces–, pero la contaba como si hubiera estado ahí. Fue mi primera lección: el arte es una mentira que dice la verdad. Y escuchando aprendí que se puede contar lo que pasó de tal manera que vuelva a ocurrir cuando uno lo cuenta. Que pueda uno escuchar ese remoto trueno de los cascos de los caballos. Y que pueda uno ver las huellas de arena aunque el suelo sea de baldosa o de madera.

Y aquel hombre para decir la verdad mintió que él había recorrido las praderas ensangrentadas después de la batalla y había visto los muertos. Y uno de los muertos dijo –era un ángel, un muchacho bellísimo con la hincha blanca, roja de sangre–: Por la patria y por ella más.

Un segundo relato sobre mi primer desafío en el arte de narrar. En un pueblo boliviano, un día de laguna –Laguna devoraba a sus hijos metidos en los socavones de las tripas del estaño–, los mineros perseguían las betas de estaño y en esa cacería perdían en pocos años los pulmones y la vida. Yo había pasado un tiempo ahí, me había hecho algunos amigos y había llegado la hora de departir. Estuvimos toda la noche leyendo, los mineros y yo, cantando y contando chistes, a cual más malo. Cuando ya estábamos cerca del amanecer, cuando poco faltaba para que el chillido de la sirena los llamara al trabajo, mis amigos callaron todos a la vez y alguno preguntó, pidió, mandó: Y ahora hermanito, dinos cómo es la mar. Yo me quedé mudo, pero insistían, cuéntanos, cuéntanos cómo es la mar. Ninguno de ellos iba a verla nunca. Todos iban a morir temprano. Y yo no tenía más remedio que traerles la mar. La mar estaba lejísimos y yo tenía que encontrar palabras que fueran capaces de mojarlos.

Y la tercera historia sobre los extraños viajes de las palabras. Hace pocos meses, ante los estudiantes mexicanos leí algunos relatos. Uno de ellos, de mi libro Bocas del tiempo, contaba que el poeta español Federico García Lorca había sido fusilado y prohibido durante la larga dictadura de Franco. Y que un grupo de teatreros del Uruguay había estrenado una obra suya en un teatro de Madrid, al cabo de tantos años de obligado silencio. Y al fin de la obra esos teatreros no habían recibido los aplausos esperados; el público español había aplaudido con los pies pateando el piso. Y ellos se habían quedado estupefactos. No entendían nada. Tan mal habían actuado –pensaban–. Cuando me lo contaron pensé que quizás el trueno sobre la tierra había sido para el autor fusilado por rojo, por marica, por raro… Una manera de decirle: Para que sepas Federico lo vivo que estás. Y cuando lo conté en la Universidad de México me ocurrió lo que nunca me había ocurrido en las otras ocasiones en que había contado esa historia. Los estudiantes aplaudieron con los pies. Miles de pies pateando el piso con alma y vida. Y así continuaron mi relato y continuaron lo que mi relato contaba como si eso estuviera ocurriendo en un teatro de Madrid unos cuantos años antes. Ese segundo trueno sobre la tierra estaba también dirigido al poeta fusilado y era también una manera de decirle: Para que sepas, Federico, lo vivo que estás.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

EL MÚSICO REGGAETONISTA - CUENTO CORTO DESDE EL CETIS 54

Había una vez un músico que tenia un piano, pero este piano no quería sacar buena música. Este músico era muy joven y desde pequeño siempre quiso tocar en el Palacio de Bellas Artes, entonces se dedicó en cuerpo y alma a tocar y empezó a ser músico de reggaetón, era algo único porque nadie había hecho música de piano con reggaetón y fue muy famoso.

LA GRAN PIEDRA BORRACHA - OTRO CUENTO CORTO DESDE EL CETIS 54

Eran dos amigos que viajaban juntos por el mundo en busca de la piedra filosofal, que les permitiría la entrada a la vida eterna. Entonces encontraron un hoyo donde entraron y jugaron futbol rápido muy felices y contentos, después cuando encontraron la piedra se dieron cuenta de que era una gran cerveza y se emborracharon mucho.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Leyendas de muertos y fantasmas - CETIS 57

Leyendas de muertos y fantasmas

Este libro es muy interesante ya que te cuenta leyendas de diferentes lugares del mundo sobre fantasmas y muertos.

Este libro te hace conocer y dejar de ser incrédulo hacia lo que la mayoría cree inexistente, pero sin darnos cuenta estamos rodeados de hechos sobrenaturales y creer en fantasmas sería la única lógica.

Este texto lo recomiendo ya que no se parece a otros y cambia tu ideología sobre los textos y te demuestra que leer no es aburrido si lees algo que te guste.

El libro es breve y en cada página que lees te adentras en la historia, lo curioso es que te hace recodar sucesos en tu vida que te hacen pensar que fueron causados por un fantasma.

En fin es un muy buen texto, te lo recomiendo porque te sirve para conocer historias antiguas o incluso imaginar lugares, y no ser un incrédulo y aunque suene tonto hay cosas que suceden y no tienen respuesta y la única respuesta seria lo paranormal.

El texto que más me gusto e incluso me pareció gracioso fue el de la Dama Negra. Varias personas querían conocer a esa bella mujer y tomarse una fotografía con ella, pero no lo conseguían porque ellos realmente querían encontrarla. El secreto era no pensar en ella porque ella acudiría sola.

Otro relato que también me gusto fue el de la quinceañera que murió días antes de su fiesta pero ella llego a su fiesta a bailar su vals.

Jazmín Tania Reyes Guzmán

CETIS 57