viernes, 2 de octubre de 2009

Del Colegio de Bachilleres 6: LA ESTRELLA PORNO - Una leyenda de muertos y fantasmas con final modificado

La parte del cuento que fue modificada aparece en cursivas. Pueden ver la versión original en Leyendas de cuentos y fantasmas.

A Liza no le daba ninguna pena la idea de quitarse la ropa.

Lo que sí le daba, desde que aceptó posar para Fernando, era mucha excitación, tanta que llegó a preguntarse si no se vería su humedad en las fotos. La tenía encantada la perspectiva de posar para él, sentirse bella, pesar que su cara y su cuerpo podían ser objeto de una valoración artística, como una obra de arquitectónica o una partitura musical. Era una muchacha educada, culta, no una encueratriz de cabaret. Si aceptó la proposición del fotógrafo no fue por necesidad de supervivencia; fue en primer lugar por vanidad y, en segundo, por espíritu de transgresión.

Como sus padres murieron en un accidente cuando ella era pequeña, Liza había crecido bajo el cuidado de sus abuelos, en una casa de la colonia San Rafael que tenía habitaciones altas y espaciosas, un sótano con ventanas a la calle a través de la cuales sólo se veían pies, un jardín interior lleno de plantas como una selva, y altos y umbrosos corredores con columnas grises. Todo estaba siempre en penumbra, como si la luz directa del día hubiese sido proscrita.

Los abuelos de Liza eran personas poco excéntricas tal vez, pero de buen corazón.

A pesar de la opresión de sus abuelos, Liza llevaba una vida oculta, una vida llena de atareados e inimaginables caminos, ya que no solo acudía a las clandestinas sesiones de fotos con Fernando sino que empezaba a realizar contratos con la misma empresa para la que él trabajaba y por los motivos antes mencionados que parecían enriquecerse y reforzarse con cada nueva sesión de fotos se adentraba más en ese nuevo mundo lleno de aventuras y premisas que parecían nunca tener una conclusión productiva.

Tiempo después ningún mortal común que observase a Liza podría imaginarla en los brazos de aquel experimentado hombre, y aunque nadie los imaginaba no nos corresponde a nosotros observadores anónimos de dicha historia decidir la vida de nuestros personajes sino del autor de la historia, que a su vez son Fernando y Liza así que observemos que a pesar de todo sí podemos mirar a Liza en aquellos brazos, copiosa de éxtasis se perdía, se fundía y se acoplaba tras placeres.

Pero como he dicho no depende de nosotros escoger que Fernando ame a Liza si no que fue menester de la misma historia que Liza se diera cuenta del falso amor de Fernando y estando en el rol oculto, tomó el último aliento de él entre sus manos que finalmente terminaron siendo sofocantes en vez de pasionales.

Itzel Viridiana Martínez Blancarte

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